El viaje a Tokyo fue super largo. Salimos de Kobe a las 8 de la mañana y llegamos a Ebina, una ciudad cerca de Tokyo, a las 1o de la noche. En el camino tomamos como 8 trenes. Al principio fue bastante divertido, pero luego de 4 horas y varios trenes empezaba a cansar.
Como a las 4 de la tarde hicimos una parada estratégica en un pueblo llamado Shizuoka a ver una escultura metálica de tamaño natural de un robot de Animé llamado Gundam. El robot es impresionante, parece uno real, igualito a los de las series Japonesas. Esperamos como 10 minutos porque el robot se mueve cada media hora y lo vimos mover la cabeza y botar humo por los lados.
Llegamos super cansados del largo viaje, pero contentos de haber visto tantas cosas interesantes.
El primer día salimos temprano en la mañana y fuimos a dar una vista de todo Tokyo en el Edificio Metropolitano de Tokyo, que tiene un mirador gratuito de la ciudad. Desde allí se puede ver la inmensidad de la ciudad. La vista se pierde en el horizonte y no se vé el final. Desde allí también se puede ver el monte Fuji, pero ese día había mucha calina y no lo pudimos ver.
Salimos de allí asombrados por el tamaño de la ciudad y preparándonos psicológicamente para recorrerla. Lo primero en la lista fue ir a un templo japonés, teníamos tiempo con ganas de visitar uno. Pero Tokyo es demasiado grande y con sorpresas en cada esquina. En el camino al templo al que pensábamos visitar nos encontramos con el edificio de la Sony y no pudimos resistirnos entrar a verlo.
La variedad, diversidad y excelencia de los artículos electrónicos japoneses son admirables. Laptops en todos los diseños imaginados, cámaras con software de control de movimiento y captura de cara y sonrisa, audífonos que te aislan completamente del entorno, lentes de todo tipo para fotografía y video, televisores 3D... en fin, 8 pisos de pura tecnología y estilo.
Pero teníamos el tiempo contado, tuvimos que seguir al templo. El contraste de lo moderno con lo antiguo, de la tecnología con las tradiciones milenarias se puede sentir en estos lugares sagrados. Los templos son muy bellos y permanecen muy buen cuidados y se siente el espíritu religioso de la gente que los visita. El olor a incienso impregna el ambiente mientras que el sonido de las campanas, las monedas de las donaciones al caer y las fuentes de agua sagrada se difuminan con la risa y la alegría de los creyentes.
Para terminar el día con broche de oro nos fuimos a la torre de Tokyo. Es una torre muy parecida a la torre Eiffel, pero un poco mas alta y con un aire mas moderno. Desde allí vimos el atardecer y pudimos ver como la ciudad se llena de luces mientras el sol se oculta. Fue un muy bonito atardecer. Pero eso era solo la introducción a Tokyo, todavía nos quedaban muchas cosas sorprendentes para ver.
Creo que no tengo la capacidad de imaginar una ciudad tan grande que se pierda la vista en el horizonte montado en un rascacielos... Debe dar sensación de hormiga :S
ResponderEliminarEso sí, creo que si tengo que escoger dónde quedarme metido en un edificio creo que lo haría en la Sony. Vería cada uno de los equipos y tendrían que sacarme a patadas :P